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martes, 31 de julio de 2012

ESPIRITU JOVEN, ¡A LOS NOVENTA AÑOS!

La conocí durante un ingreso en que me fue asignada. Estaba en mi planta porque había sufrido un síncope. Leí su historial y pensé: - noventa y tres años, ¡puaff!-. ¿Me hablará? ¿Tendrá familia que me cuente algo? Esperaba encontrarme una mujer de esa edad con problemas de movilidad, de memoria, desorientada, que no me contaría nada o muy poco, y quizás con un sinfín de enfermedades y de medicamentos de los cuales no se sabría el nombre de ninguno y mucho menos cuándo los tomaba.  Pero la vida te da sorpresas y una de ellas fue conocer a P. Allí estaba, sentadita en la cama, con su camisón rosa y su mañanita a juego, con el pelo y las uñas perfectas y sus ojos vivarachos mirándome fijamente. No hizo falta que entrase, porque nada más verme en la puerta ya me lanzó la primera pregunta. Era una mujer con iniciativa.
-         ¿Es usted mi doctora?
-         Pues, si. ¿Qué le ha ocurrido para que la hayan ingresado?
-         La verdad es que no lo sé. Yo estaba comiendo y de repente desperté en la ambulancia.
-         ¿No se había encontrado mal esta mañana?
-         Que va, para nada. Esta mañana fui al médico a buscar unas recetas y decidí ir caminando. A la vuelta, también caminando (en total unos 6 km), pensé: -no tengo ningunas ganas de cocinar-, y como eran las 2, decidí comer en el bar de al lado de mi casa. Lo hago mucho porque cocinar me parece una pérdida de tiempo y yo sólo tomo una comida al día, así que tampoco me arruino. Pedí el menú del día y después me fumé mis dos cigarritos y mi copa de cognac de todos los días. Lo siguiente fue despertarme en la ambulancia. Y aquí estoy.
¿Caminó 6 km bajo el sol? ¿Se fumó 2 cigarritos? ¿Se tomó su copa de cognac de siempre? No podía creerlo. La pregunta era obligada:
-         ¿Tiene usted de verdad noventa y tres años?
-         De verdad que si. Pero tengo un espíritu muy joven. No me gusta rodearme de viejos. Sólo hablan de sus enfermedades, del número de pastillas que toman para ver quién toma más o menos, de sus citas con éste o con el otro médico. ¡Son un rollo! Todos mis amigos son jóvenes y eso me mantiene así. Deme el alta cuanto antes que yo me encuentro muy bien y aquí sólo se ve gente enferma.
Le colocamos un marcapasos y la enviamos a su casa. Cuando se despedía de nosotros, llevaba puestos sus vaqueros y unos zapatos de tacón (los mismos con los que había caminado los 6 kilómetros y con los que yo no habría andado ni 100 metros antes de quitármelos) con la espalda más recta que muchas de veinte. Me contó su sobrina que en fin de año salió de marcha con unos vecinos jovenzuelos que tiene y que tuvieron que traerla a casa a las 7 de la mañana. Ella aún tenía cuerda, pero ellos estaban agotados.
De aquí se deduce que el secreto no está en beber mucha agua y dormir 8 horas, como dicen todas esas modelos pijas que salen en Telva, sino en tomarse una copichuela después de comer y fumarse un par de cigarritos al día. ¡Fácil y barato!

domingo, 29 de julio de 2012

EL MISTERIO DE LA ABUELA QUE MORDIA

La trajeron en una ambulancia una noche a las diez. La acompañaba su hijo y unos ambulancieros con cara de susto y totalmente desconcertados. -Nunca habíamos visto algo así- decían. El más veterano estaba desencajado, -tuvimos que atarla porque nos mordía, y eso que es una señora mayor-.
Cuando intentaban pasarla a un box, se tiró de la camilla y trataba de escaparse. Acudieron todos: enfermeras, auxiliares, celadores, médicos… En total unas diez  personas intentando sujetar a una anciana de ochenta años que mordía, escupía, daba patadas y se retorcía en el suelo mientras una enfermera le ponía un “cocktail” sedante  que se usa en casos de máxima agresividad. Parecía poseída, gritaba sin que se entendiese nada de lo que decía, excepto cuando miraba a uno de los médicos que la sujetaba, que llevaba una barba sandokaniana. Entonces, se le entendía claramente:
-         ¡El demonio, el demonio…!
Mi compañero residente, con su habitual sorna, puntualizó:
-         No anda muy descaminada la señora…Oye, uno de los síntomas de estar endemoniado ¿no es hablar lenguas extrañas? Pues a esta señora no se le entiende nada. Va a ser mejor llamar al exorcista.
Mientras tanto, yo intentaba averiguar algo de la historia clínica con el hijo.
- ¿Ha tenido algún problema psiquiátrico? ¿Toma alguna medicación? ¿Tiene alguna enfermedad importante? ¿Se ha dado algún golpe en la cabeza?
A todo, la respuesta era siempre negativa. Nunca había estado enferma y casi no había ido al médico. No tomaba medicación alguna. Pero había un dato relevante.
- Mire, lo único raro es que esta mañana dejé la botella de aguardiente con la que le echo unas gotitas al café del desayuno encima de la mesa y me fui al trabajo. La dejé llena y cuando volví de trabajar por la noche, estaba vacía.

Ya estaba resuelto el misterio. Ni brote psicótico, ni traumatismo, ni medicación, ni nada. Simplemente, borrachera, tajada, moña, cogorza… como queramos llamarla. La dejamos en una cama de observación durante unas horas y después de dormir, caminaba enganchada del brazo de su hijo, con su falda y su pañuelo negro en la cabeza, toda sonriente, diciéndonos adiós con la mano y dándonos las gracias por lo amables que habíamos sido con ella. Evidentemente, no se acordaba de nada. En el diagnóstico de alta, un clásico: Intoxicación etílica.

jueves, 26 de julio de 2012

QUIEN SERÁ EL PADRE DE LA CRIATURA...?

Cuando crees que ya lo has visto todo, resulta que no. Que todavía queda un resquicio de submundo desconocido para ti y que te genera esa mezcla de son-risa y sor-presa que te alegra el día y las noches. Es decir,  ameniza las cenas con tus amigos durante varias semanas, meses o incluso años.- ¡Cuéntanos aquello de...!- y vuelves a relatar lo mismo que ya has contado cientos de veces y que casi se saben de memoria, a veces mejor que tú.
 Un día acudió a urgencias una madre con su hija adolescente que se había quedado embarazada, sin saber claramente dónde, cuándo ni de quién. Bueno, eso no lo sabía la madre, pero la hija supongo que tendría una idea aproximada. El caso es que la madre también quería saberlo. Y claro, como la hija no soltaba prenda, ¿a dónde se le ocurrió ir? Efectivamente: ¡¡a urgencias!!
- Vengo porque la niña se ha quedado en estado y quiero que le hagan la ecografía para saber “de cuánto” y “de quién” está embarazada- espetó la madre toda llena de razón y sin movérsele un pelo del bigote.
El médico se quedó entre perplejo y estupefacto (habría que inventar una palabra para esto) e intentó explicarle como pudo, que de momento,  esto no era posible.
- A ver señora, de cuánto se lo podemos decir, pero de quién, no. Eso tendrá que preguntárselo a la niña.
- ¡Ya!,  pero es que ella no lo sabe y algo tendrán que decir las pruebas.
-         Mire, primero tiene que nacer el niño, y luego hay que tener una muestra de ADN del padre para comparar y ver si efectivamente es su hijo.
-         Bueno, pero si traigo una muestra es que sé quién es el padre y ya no me hacen falta  las pruebas.
Tantos polígrafos televisivos, tantos “Salvamedeluxes” especulando sobre quién era el padre del hijo de Ivonne Reyes o el padre de las gemelas de Tita Cervera… y el tema estaba ahí, al alcance de la mano. Una sencilla ecografía y un radiólogo experto. Resulta que además de poder adelantar si es rosa o azul, ¡también nos dice quién es el padre! ¿O deberíamos decir “presunto padre”?
Desde aquí lanzo un reto a los informáticos del mundo. Hay que desarrollar el software adecuado para los ecógrafos y así, además de saber de CUÁNTO y de QUIÉN, podamos saber también DÓNDE. Y por supuesto, desarrollar también su correspondiente aplicación para Smartphone que podría llamarse: WHEN, WHO, WHERE. (La patente del nombre os la regalo). 

miércoles, 25 de julio de 2012

FINURAS VARIAS

                  Una de las cosas más divertidas es cuando la gente tiene que contarte algún tema “escatológico” y se ponen en plan metafórico. A algunos, los más atrevidos, les gusta ir al grano y llamarle al pan, pan y al vino, vino. Entonces, usan una frase muy socorrida que sirve de entrada para después decir la mayor barbaridad: “perdoando na súa cara”. Cuando alguien me dice esto, me tiemblan las piernas porque sé que después viene alguna truculencia, probablemente con taco incluido. Sin embargo, la mayoría optan por la vía metafórica. Algunos le dan unas cuantas vueltas antes de contestarte a lo que les preguntas, y tú ya te vas “maliciando”. Pondré algunos ejemplos REALES para que os hagáis una idea.

Metáfora de la Hemorroide inflamada:

-         ¡Buenos días! Usted dirá.
-         No sé cómo explicarlo. Es un poco….
-         Bueno, hombre. No se preocupe, aquí vemos y oímos de todo.
-         Ya, ya… Están ustedes acostumbrados. Pero a mi me da apuro. Es que tengo una “almorroba” toda inflamada que no me deja expulsar basura por el objetivo.

Metáfora del dolor torácico:

Estaba un paciente de más de 70 años en el cardiólogo y éste intentaba profundizar en la historia clínica. El enfermo daba vueltas y más vueltas.
- E vostede, ¿cando nota a dor no peito?
- Pois é que non me pasa sempre.
- Bueno, ¿pero cando lle ocorre? ¿Cando camiña? ¿Cando sube escaleiras?
- Ás veces non me pasa.
- Bueno, pero si está vostede aquí é porque está precupado.
- Pois si, moito. O caso é que cada vez que “lle aprico o santo sacramento do matrimonio á miña muller” dame unha dor que me oprime e non me deixa alentar. E iso antes non me pasaba.
Como comprendereis, ¡sobran las explicaciones!.

Metáfora de metáforas:

-         ¿A usted que le pasa?- le preguntan a una ancianita venerable.
-         Que tengo mucho dolor.
-         Y ¿dónde es ese dolor?
-         ¿Cómo le explicaría para que me entendiese usted?
-         Dígalo con sus palabras, mujer –le anima el médico-.
-         A mi me duele la naturaleza.

Pues eso. Que cada uno vaya al libro a ver dónde está la naturaleza dichosa, porque en el mío no viene.

sábado, 21 de julio de 2012

ULTIMAS NOTICIAS: LAS MUJERES NO TIENEN PRÓSTATA. ¿O SI?

Desde los tiempos de Hipócrates se sabe que las mujeres no tienen próstata. Sin embargo, recientemente he empezado a tener dudas de la anatomía que estudié en primero y segundo de carrera. Y- ¿por qué?- diría Mouriño. Pues porque distintas pacientes me han hecho sospechar que este hecho científico no es del todo irrefutable. Una de ellas acudió a un estudio de cribado de cáncer de próstata que hacían los urólogos del hospital. Cuando le dijeron que ella no tenía próstata y por lo tanto no estaba en riesgo de padecer la enfermedad, se puso hecha una hidra.
-          Iso é o que dicen vostedes, porque non queren gastar os cartos comigo. Pois eu tamén pago a seguridade social e teño dereito.
Otra paciente a la que a su marido le acababa de diagnosticar un cáncer de próstata me preguntó angustiada si había alguna posibilidad de que se hubiese contagiado de esa enfermedad. Cuando le dije que era imposible, porque ella no tenía próstata, me preguntó muy sorprendida:
-          ¿Cómo que no tengo próstata? ¡A mi nunca me operaron de nada, así que tiene que estar ahí!.
 Un compañero me contó la siguiente anécdota: un día que estaba de guardia, avisan las enfermeras para valorar a una señora que tiene escozor al orinar, para descartar una posible infección urinaria. Acude a la habitación y hace  lo de siempre: la historia clínica.
-          ¿Qué le ocurre?
-          Teño moito picor cando oriño.
-          ¿Cómo si lle queimase?
-          Así mesmo. E ademáis vou ós pouquiños e sempre quedo con ganas.
De repente, la vecina de la cama de al lado entra en acción y dice:
-          Iso é da próstata porque o meu home tiña eses mismos síntomas e tiña mal a próstata.
-          Verá señora, as mulleres non teñen próstata- , le dice sorprendido y empezando a reirse. 
-          Bueno, bueno. Iso é o que dice vostede.
Salió de la habitación muerto de risa y de repente oye claramente .
                - Ti non fagas caso. Estes médicos non teñen nin idea. Isto é da próstata, seguro.
Tanta seguridad tenían las tres, que he empezado a dudar que las mujeres no tengan  próstata. Ya se sabe que la ciencia avanza día a día, y siempre se están descubriendo cosas nuevas. Cualquier día, alguien descubre la próstata de las mujeres y tendremos que darles la razón a estas tres pioneras de la medicina.

HISTORIAS DE URGENCIAS “LA NUIT”.

Ya lo decía Goethe: "La noche es la mitad de la vida, y la mitad mejor”. Eso mismo pienso yo de las guardias: las mejores anécdotas médicas suceden siempre por las noches. Es habitual que las consultas más inverosímiles se produzcan por “la nuit”. Parece que el tiempo se hace más largo, los dolores más fuertes, la depresión empeora y los síntomas más banales son causa de muerte inminente. Y claro, ¿a dónde vamos a ir?. A urgencias, of course. Y así, llegan casos “interesantísimos” como el de aquel que venía con su amigo a las 3 de la madrugada, veinteañeros los dos y ambos con cara de circunstancias.
-         ¿Por qué venís a urgencias?- les pregunto.
-         ¿No lo ves?- me dice el amigo.
-         Pues no.
-         ¡Que le ha dejado la novia y está muy mal!.
-         Ya, ¿y?.
-         Tendréis que darle algo, o si no ¿para qué estáis?
Pues eso, ¿para qué estamos?. Me sentí como Elena Francis en su famoso consultorio, dando consejos a sus queridas amigas. Yo le escribiría una carta a su ex-novia. ¡Querida amiga!: no puedo estar más de acuerdo  contigo con respecto al hecho de haber dejado al pánfilo de tu novio. Y aprovechando la coyuntura, puedes mandar a paseo al “berzas” de su amigo. Atentamente, Elena Francis. Consultora sentimental.


miércoles, 18 de julio de 2012

A VECES SUEÑO CON QUE SOY VETERINARIA...

Hay días en que fantaseo con la idea de que soy veterinaria. No hace falta preguntarles, porque no van a responder. Les veo los dientes, les palpo el pelaje, miro el color de las heces, les levanto el rabo, y ¡zas!, - lo que tiene es Galleguitis aguda-, digo con toda solemnidad mientras todos asienten como si fuesen expertos en dicha patología. Así, sin más. Brillante como el arroz. Pero dura pocos segundos la felicidad. Vuelvo a mirar al paciente o al familiar y de un interrogatorio digno de la Sra Fletcher sólo consigo las respuestas de siempre a las preguntas de siempre.
- ¿Dende cando lle doe?
- Hai moito.
- Pero moito, ¿canto?. ¿unha semana?, ¿un mes?, ¿un ano?
- Non sei.
- ¿Onde lle doe?
-  Así, por todo- dice mientras traza un círculo con la mano alrededor de todo el tórax y el abdomen.
- ¿ Cómo é a dor?
- Vostede saberá, que para iso é a doctora.
- E qué mais lle pasa?
- Que me ajonío toda.
            Yo no sé qué habría diagnosticado el Dr Marañón con estos síntomas, pero yo lo tengo claro: “Galleguitis aguda galopante”. Por más que pregunto, re-pregunto, falo en galego, les pongo ejemplos del dolor tipo unha coitelada, unha cousa que oprime, unha punzada, un can que roe…. ¡No hay forma!. Y ahí estoy yo, como el teniente Colombo, escudriñando un poco de carmín en un vaso, una respiración un poco acelerada o una ceja algo más arqueada que la otra con la que pueda decir: ¡ya lo tengo!. El asesino es el lupus eritematoso y lo sé porque la pestaña derecha era más larga que la izquierda. No me hizo falta preguntar, ni auscultar, ni análisis ni scaner. ¿Veterinaria o detective? That’s the question.

sábado, 14 de julio de 2012

VAI A MERDA TI E MAI-LA MEDICA

Levaba xa sete dias a pelexar coa vida, que non coa morte. Porque hai pouca xente que queira morrer, pero hai moita que non quere vivir. Un día deciden que non se levantan, que non comen, que non beben, que non queren abri-los ollos, que non falan... Fora unha muller  dura, das da post-guerra, cando a fame era “o noso pan de cada día”. Sacara adiante unha extensa família prácticamente soa, xá que enviuvara nova. Pelexara póla vida e agora pelexaba contra a vida. E loitaba tamén coa súa filla que non sabía qué mais facer pra que tomase anque fose só unha pequena cullerada de algo: sopa, yogurth, ou o que fora. Xa dixera todo o que se di nestes casos: se non comes non che dan a alta,  a doutora vaise enfadar contigo, ímoste levar pra unha residencia, faino pólos netos... Todo o imaxinable. Pero convencela de que comese era misión imposible. Escapábanselle as carnes dos ósos, os ollos afundidos, a cor macilenta, o nariz íase afiando e eu pensaba que se se emperrichaba en morrer, morría de vez. Pero un día, cando estaba cos ollos e a boca pechada, coa máscara de osíxeno posta, decidiu  por un pequeno intre voltar pra vida e darnos unha derradeira lección. Entón, cando a súa filla lle dixo - mamá, come un pouco que está aquí a médica- ela sacou a máscara, abriu os ollos e dixo claramente mirándo pras dúas:
- Vai a merda ti e maila médica.
E colou a máscara, pechou os ollos e a boca e nunca mais voltou dicir nada.