Translate

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian templates google Portuguese foro de coches Japanese catálogos de Korean entrevistas a Arabic Chinese Simplified

sábado, 26 de octubre de 2013

SABER IDIOMAS ES MUY IMPORTANTE

Esta es una frase que escuchamos periódicamente y de la que nos acordamos cuando tenemos alguna dificultad en el extranjero y nos atascamos con el inglés. Mucha gente hace el propósito de matricularse en algún curso nada más llegar a su casa, pero estos deseos se ven diluidos en el ajetreo cotidiano y no nos acordamos más del asunto hasta que volvemos a encontrarnos en las mismas dificultades. Al trabajar en una ciudad con un importante puerto de mar, en ocasiones nos ingresan tripulantes de barcos de distintas nacionalidades. Si proceden de un barco de pasajeros, hablan bien inglés, pero cuando vienen de barcos de pesca, no suele ser así. En una ocasión tuve ingresado un indonesio muy moreno y sonriente. La enfermera se acercó a primera hora y me dijo:
-         - Tienes ingresado en tus camas a un indonesio, pero no te preocupes que habla español.
-       -   ¡Qué bien! Y, ¿cómo lo sabes?
-       -   Le he preguntado si hablaba español y me ha dicho que si.
-       -   Es raro que sepa hablar español siendo indonesio. ¿No será inglés lo que habla?
-        -  No le pregunté por el inglés; como habla español, no me pareció necesario.

Allá me fui a hablar con el indonesio castellano-parlante, contenta de no tener que practicar el inglés.
-        -  ¡Buenos días! Me han dicho que habla usted español.
Lució una gran sonrisa y me dijo:
-        - Si.
-       -  ¿Es usted de Indonesia?
-        - Si.
-        - Y, ¿qué hace aquí? ¿Trabaja en la pesca?
-        - Si

Todos esos “sies” iban acompañados de su gran sonrisa, enseñándome una hilera de dientes blancos. Debí haber sospechado algo raro, pero cada vez estaba más confiada y maravillada con lo bien que me entendía y que hablaba español. Hasta que empecé a preguntarle por su enfermedad.
-         -¿Desde cuando se encuentra mal?
-       -  Si.
Pensé que no me había entendido y repetí la pregunta.
-        - ¿Desde cuando se encuentra mal?
-       -  Si.
-       -  ¿No tiene usted ni idea de español, eh?
-        - Si
-        - Do you speak english?
-       -  Si.
-       -  Parle-vous français?
-       -  Si.
-       -  ¿La enfermera y yo somos tontas?
-       -  Si.

Menos mal que existe el Google traductor, porque sin él hubiese sido imposible saber qué le pasaba. Yo tecleaba en el móvil lo que quería preguntarle y él tecleaba lo que quería contestarme, y después me miraba, me sonreía y me decía: - Si-. Así que no tengo claro si aquel “si” era la única palabra que él sabía de español o la única que yo aprendí de Indonesio.

domingo, 20 de octubre de 2013

EL DESEMBARCO DE NORMANDíA

La ciudad donde vivo tiene un puerto importante en el que atracan grandes cruceros, de esos que son auténticas ciudades flotantes con más de cinco mil pasajeros a bordo. Esos barcos están llenos de octogenarios y nonagenarias a los que no se les pone nada por delante y que suben llenos de ilusión a surcar los mares. Los más habituales son ingleses, ellas con sus faldas y blusas de diferente estampado (of course) y ellos con sus chaquetas de tweed. Ambos con los pies calzados con unas sandalias tirando a rústicas y sus inconfundibles calcetines. Siempre pienso que son los supervivientes del desembarco de Normandía y que si hubiese una tercera guerra mundial, también nos sobrevivirían a todos. Embarcan con sus maletas llenas de moda Britihs vintage y su lista interminable de achaques, medicamentos, andadores, sillas de ruedas y, algunos incluso, con sus turnos de diálisis bien establecidos. Existen unos verdaderos hospitales a bordo y un personal médico y de enfermería altamente competente, lo cual es muy necesario dado el tipo de pasaje que llevan. En cada puerto al que van deben desembarcar a alguno de estos pasajeros para ir al hospital, bien porque tienen un achaque nuevo o porque se le reagudiza uno de los que ya presentaban. Las consignatarias de los buques se encargan de facilitar el traslado al hospital y en nuestro caso casi siempre venían acompañados de la misma persona. Se trataba de un hombre de mediana edad que hablaba inglés con bastante fluidez y que en muchos casos servía incluso de traductor. Se interesaba por cada paciente y venía casi todos los días, por lo que yo siempre le daba información médica acerca de lo que padecía el paciente y cuantos días calculaba que tardaría en ponerse bien. Pensaba que trabajaba en la consignataria como una especie de intermediario y que era a quien yo debía informar. Si yo le hablaba de insuficiencia cardíaca  él parecía que era un experto y estaba de acuerdo en el tratamiento y en los días que debería durar el ingreso. Si le contaba que el paciente tenía una neumonía, por supuesto le parecía correcto el antibiótico y que podían presentarse complicaciones imprevistas. Cuando mi inglés se atascaba al explicarle al paciente su enfermedad, él le daba una charla de media hora de cual era su diagnóstico, que tratamiento le estábamos poniendo y no sé cuantas cosas más. Pasó el tiempo y yo creía que aunque no fuese médico, sería enfermero o algo parecido y que la consignataria había tenido mucha suerte de contratarlo. Así que cada vez le explicaba más y más cosas de enfermedades comunes y de otras mucho más raras que escuchaba con mucha atención, e incluso hacía comentarios bastante acertados para no ser médico. Pasaron así unos cuatro años hasta que un día en que tenía ingresada una paciente inglesa y la iba a dar de alta, le digo a la supervisora de la planta:
-          Hay que llamar a “fulano” para arreglar lo del alta de esta señora.
-          ¿”Fulano”? ¿El taxista? ¿No sería mejor llamar a la consignataria?
-          ¿Cómo que taxista? ¿No trabaja para la consignataria?
-          Bueno, si. Es uno de los taxistas que tienen contratados para transportar a los pasajeros.

¿Taxista? Casi me caigo del susto. Llevaba cuatro años dándole todo tipo de explicaciones médicas de enfermedades, diagnósticos, tratamientos y pronóstico. Y lo que es peor, daba su opinión sobre estos temas y es bastante acertada. Tuve que sentarme y tomarme una tila, mientras la supervisora y las enfermeras se reían de mí.