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sábado, 6 de octubre de 2012

CRÓNICAS TRAUMATOLÓGICAS


Por la especialidad de traumatología acabamos pasando todos en algún momento de nuestra vida. Es posible que nos libremos del endocrino, del otorrino, del dermatólogo, del cardiólogo… pero, ¿quién no se ha roto algún hueso de pequeño? Después, a medida que vamos cumpliendo años, ¿a quien no le ha dolido la espalda alguna vez? Y cuando seamos viejecillos será la cadera, la columna, el desgaste de rodilla… ¡Hay tantos huesos en el cuerpo!
Hay gente que los temas de huesos los solucionan con una visita a lo que en Galicia llamamos “compoñedor” que viene siendo un listo del pueblo que un día dijo que sabía arreglar huesos y tendones, sin título que lo acredite y que monta una consulta donde te da unos masajes y te saca una pasta de dinero (todo en negro, of course). Por supuesto dice que cobra “la voluntad” y generalmente las colas de gente le dan varias vueltas al chiringuito. Después, si el mal no se soluciona, acaban yendo al traumatólogo. En la foto tenéis un ejemplo real. El cartel es muy atrayente para el tipo de clientela que buscan estos sujetos y la casa con sólo ladrillos, uralita en el tejado, plástico azul y malla metálica es un buen ejemplo del “feísmo arquitectónico” que demuestra que el dinero lo tiene debajo del colchón o invertido en un chalet bien lejos, donde nadie le conozca.
Esta semana pasó por urgencias un paisano al que le dolía un tobillo.
-¿Qué tobillo le duele?- le pregunta la médico de urgencias para pedirle la radiografía.
- El izquierdo-, dice mientras señala la pierna derecha.
- El tobillo derecho entonces.
- No, no. El tobillo izquierdo en la pierna derecha.
- No puede ser- le explicaba mi compañera. -Hay dos piernas: la derecha y la izquierda, con sus correspondientes tobillos derecho e izquierdo.
- A mi me duele el tobillo izquierdo- vuelve a repetir, señalando la pierna derecha.
Aquel diálogo se convirtió en un capítulo de Barrio Sésamo enseñando dónde estaba la pierna derecha e izquierda y el tobillo derecho e izquierdo, así como la imposibilidad metafísica de que el tobillo izquierdo estuviese en la pierna derecha y viceversa. Sin embargo, el paciente seguía insistiendo tozudamente, hasta que la doctora le pregunta:
-         Pero usted, ¿cuántos tobillos tiene?
-         ¡Cuatro!,-dice enfadado por la falta de conocimiento anatómico más elemental. -¡Cómo todo el mundo!
En vista de los hechos, creo que este es un buen caso para el “compoñedor”, ya que si tiene cuatro tobillos puede repartir: dos por la sanidad pública y dos para el tema privado

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