Esta es una frase que escuchamos
periódicamente y de la que nos acordamos cuando tenemos alguna dificultad en el
extranjero y nos atascamos con el inglés. Mucha gente hace el propósito de
matricularse en algún curso nada más llegar a su casa, pero estos deseos se ven
diluidos en el ajetreo cotidiano y no nos acordamos más del asunto hasta que
volvemos a encontrarnos en las mismas dificultades. Al trabajar en una ciudad
con un importante puerto de mar, en ocasiones nos ingresan tripulantes de
barcos de distintas nacionalidades. Si proceden de un barco de pasajeros,
hablan bien inglés, pero cuando vienen de barcos de pesca, no suele ser así. En
una ocasión tuve ingresado un indonesio muy moreno y sonriente. La enfermera se
acercó a primera hora y me dijo:
- - Tienes ingresado en tus camas a un
indonesio, pero no te preocupes que habla español.
- - ¡Qué bien! Y, ¿cómo lo sabes?
- - Le he preguntado si hablaba español y me
ha dicho que si.
- - Es raro que sepa hablar español siendo
indonesio. ¿No será inglés lo que habla?
- - No le pregunté por el inglés; como habla
español, no me pareció necesario.
Allá me fui a hablar
con el indonesio castellano-parlante, contenta de no tener que practicar el inglés.
- - ¡Buenos días! Me han dicho que habla
usted español.
Lució una gran sonrisa
y me dijo:
- - Si.
- - ¿Es usted de Indonesia?
- - Si.
- - Y, ¿qué hace aquí? ¿Trabaja en la pesca?
- - Si
Todos
esos “sies” iban acompañados de su gran sonrisa, enseñándome una hilera de dientes
blancos. Debí haber sospechado algo raro, pero cada vez estaba más confiada y
maravillada con lo bien que me entendía y que hablaba español. Hasta que empecé
a preguntarle por su enfermedad.
- -¿Desde cuando se encuentra mal?
- - Si.
Pensé que no me había
entendido y repetí la pregunta.
- - ¿Desde cuando se encuentra mal?
- - Si.
- - ¿No tiene usted ni idea de español, eh?
- - Si
- - Do you speak english?
- - Si.
- - Parle-vous français?
- - Si.
- - ¿La enfermera y yo somos tontas?
- - Si.
Menos
mal que existe el Google traductor, porque sin él hubiese sido imposible saber
qué le pasaba. Yo tecleaba en el móvil lo que quería preguntarle y él tecleaba
lo que quería contestarme, y después me miraba, me sonreía y me decía: - Si-.
Así que no tengo claro si aquel “si” era la única palabra que él sabía de
español o la única que yo aprendí de Indonesio.