En España somos líderes en donaciones de órganos y, por tanto, en trasplantes. Lo que hace no mucho tiempo podía sonar a ciencia ficción, hoy en día es una realidad cotidiana. Por eso, no es extraño que algunos pacientes le pregunten a su médico si su enfermedad no se solucionaría con un trasplante. Los hay que van más allá y llegan a la consulta pidiendo un órgano concreto, e incluso aportan el donante. Así, un hombre de edad cercana a los sesenta llegó al urólogo y le explicó el motivo de su visita:
- Vengo a que me hagan un trasplante de testículo.
El médico, asombrado, le preguntó por qué quería trasplantarse precisamente un testículo, y a esa edad.
- Verá doctor, es que me ha casado con una chica joven que quiere tener hijos y, aunque llevamos un tiempo intentándolo, la cosa no funciona. Así que se lo comenté a un vecino que tiene seis hijos y, por lo tanto, es un experto en el tema. Hice todo lo que me dijo y cómo me dijo. Pero nada. No hubo manera. Así que un día se me ocurrió que teniendo uno de sus testículos, que son de fertilidad probada, yo también podría tener un hijo. Se lo planteé y me dona uno por tres mil euros. Usted, lo único que tiene que hacer es operarnos a los dos. A él le quita un testículo y me lo pone a mí, y asunto arreglado.
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