Algunos hombres son completamente
dependientes de sus madres hasta que se casan y pasan entonces a ser
completamente dependientes de sus mujeres. Son los que no saben la talla de
pantalón ni de camisa que usan porque la ropa se la compra su mujer. Toda la
ropa. No quiero especificar más. Cuando vienen al médico, antes de contestar a
cualquier pregunta simple del tipo -¿dónde le duele?-, miran a su mujer y ésta
es la que responde por ellos: -le duele el pecho muchísimo-. Y así a todo lo
que les preguntas. Saben dónde les duele, desde cuándo y cuánto muchísimo mejor
que ellos. Ellas son las que saben el nombre de las medicinas que toman y las
dosis; a veces, te cuentan que se las ponen dentro de la boca para que se las
traguen mientras ven el fútbol. Siempre
pienso que si quieren deshacerse de ellos lo tienen muy fácil; un cambiazo de
pastillas y listo. Se las van a tragar sin rechistar, absolutamente confiados.
Tomarían cianuro si es su mujer la que se lo da.
Esta semana,
tuvimos un caso verdaderamente sorprendente de este tipo. Vino un paciente a
urgencias al que se le pidieron unos análisis de sangre y de orina. La
enfermera le facilitó un bote de plástico y le indicó que fuese al WC y orinase
en el recipiente para analizarle la orina. Allá fue él con su mujer pisándole
los talones. Tras un largo cuarto de hora, salen los dos y ella traía en la
mano el bote lleno de líquido amarillo. Se dirige a la enfermera y le dice:
-
Aquí está la orina que nos pidió.
-
Muy bien, déjela sobre el mostrador- le indicó.
-
Bueno… el caso es que como mi marido no tenía
ganas de orinar, la muestra es mía. Supongo que les servirá igual, ¿no?
Está claro que
cuando se casaron y oyeron aquello de –serán los dos una sola carne- se lo
tomaron muy al pie de la letra. Estos dos eran una sola carne y una sola orina.
JAJAJAJAJJAJAa
ResponderEliminarDesde luego, en los hospitales os pasan unas cosas sorprendentes....... JaJaJaJa
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