Algunas veces, para hacer una historia clínica es conveniente que haya un acompañante que nos aclare algunos datos. Así, cuando algunos pacientes te dicen que beben sólo un vasito de vino, su mujer te aclara que más que un vasito es una botella. Y cuando otros te dicen que fuman sólo cinco cigarrillos, ellas te aclaran que es una cajetilla. Y claro, las cosas cambian bastante. También es importante para saber la duración de los síntomas. Hay pacientes que te cuentan que les duele desde hace una semana, pero ahí está su mujer para decir que lleva quejándose más de un mes. Sin embargo, muchos siguen acudiendo solos y no tenemos a nadie para contrastar datos. Por ejemplo, en la consulta de neumología hay un dato importante que hay que confirmar con los acompañantes. Es el tema de los "ronquidos" en el que generalmente ellas son las sufridoras. Un día, salió la enfermera de la consulta y dijo:
- Fulanito de tal...
Un hombre de mediana edad se levantó y ella le aclaró:
- Usted pasa ahora.
A continuación dijo:
- Menganita de cuál, usted pasa después del caballero.
La enfermera se metió por otra puerta y desapareció. El primer paciente entró a la consulta y detrás de él, entró la segunda paciente. La doctora fue realizando la historia clínica acerca de cómo respiraba, cuándo se cansaba más, desde cuándo respiraba peor... y el enfermo le fue contando su vida con pelos y señales. Llegó un momento en que era importante saber si roncaba o no, por lo que se dirigió a la mujer que estaba sentada a su lado y le preguntó:
- ¿Su marido ronca?
Ella le miró con cara de susto y dijo:
- Yo a este señor no le conozco de nada y no tengo ni idea de si ronca o no.
- ¿Pero, usted entonces quien es?
Yo soy Menganita. A mi me tocaba pasar después de este señor, pero para ir adelantando ya me fui sentando aquí...
Haga el favor de salir y entre cuando salga este señor, y déjese de adelantar nada.
Es decir, que el enfermo estaba contando su vida delante de una señora que no conocía de nada. Y ella estaba allí como si fuese el público de un programa de televisión, viendo el espectáculo desde primera fila.
lunes, 17 de febrero de 2014
domingo, 9 de febrero de 2014
¡CRONICAS DE LUXE: ESPECIAL 10.000 VISITAS!
Queridos fans de “Crónicas”: por
fin, este blog ha superado las 10.000 visitas en más de 50 posts. Gracias a
todos los que habéis contribuido con vuestras visitas. Como ya van siendo muchas
entradas, he decidido hacer un resumen de las mejores historias, esperando
llegar a otras diez mil visitas más. Ojalá que os divirtáis tanto leyéndolo
como yo al escribirlo. Este es mi ranking:
1- La
crónica más leída ha sido “Las mujeres no tienen próstata. ¿O si?”
donde cuento la historia de varias mujeres que afirmaban sin ninguna duda tener
próstata. Una vino a que se la revisásemos, otra tenía la convicción de que su
infección de orina era una prostatitis y una tercera estaba preocupada por si su
marido le pudiese contagiar el cáncer de próstata.
2- La
tecnología ha tenido un gran protagonismo en muchos de los posts, especialmente
en “¿Quién
será el padre de la criatura?” en que una madre vino a urgencias con su
hija embarazada para que le hiciésemos una ecografía y así saber de cuánto y de quién estaba embarazada. ¡En fin!
3- En
algunas entradas hemos aprendido “Los trucos de las centenarias” para llegar
a los cien años en buenas condiciones. Así, nuestra protagonista no comía
pescado por miedo a los anisakis, no comía pollo por el peligro de la gripe
aviar y hacía más de diez años que no probaba la carne por si cogía la
enfermedad de las vacas locas y se demenciaba. Eso si, afirmaba que “ella comía
de todo”.
4- En
otras historias como “Aguardiente y otras hierbas” hemos
descrito esos remedios naturales que usa la gente mayor. Así, sabemos de sus
propiedades capilares para mantener el color negro del pelo y que si te tomas
un chupito antes de ir a la peluquería, te coge mucho mejor la “permanente”. También
hemos visto que la borrachera por aguardiente
a cierta edad puede ser muy peligrosa en “El misterio de la abuela que
mordía”. Además del aguardiente, hay gente que usa el cognac por sus
múltiples propiedades en “Dónde esté un buen cognac, que se quite la
epidural”.
5- En
“Historias
de nonagenarios” y “Espíritu joven a los noventa años”
hemos descubierto que los años no son un impedimento para divertirse y
disfrutar de la vida. A veces, dicen que tienen menos años, y no es por
coquetería sino para que el oftalmólogo les opere las cataratas.
Estas son, a mi juicio, las
historias que no os debéis perder si aún no las habéis leído. Hay muchas otras
que quizás os gusten más. Os animo a que me digáis cual ha sido vuestra crónica
favorita.
domingo, 2 de febrero de 2014
MUJERES Y MARIDOS
Algunos hombres son completamente
dependientes de sus madres hasta que se casan y pasan entonces a ser
completamente dependientes de sus mujeres. Son los que no saben la talla de
pantalón ni de camisa que usan porque la ropa se la compra su mujer. Toda la
ropa. No quiero especificar más. Cuando vienen al médico, antes de contestar a
cualquier pregunta simple del tipo -¿dónde le duele?-, miran a su mujer y ésta
es la que responde por ellos: -le duele el pecho muchísimo-. Y así a todo lo
que les preguntas. Saben dónde les duele, desde cuándo y cuánto muchísimo mejor
que ellos. Ellas son las que saben el nombre de las medicinas que toman y las
dosis; a veces, te cuentan que se las ponen dentro de la boca para que se las
traguen mientras ven el fútbol. Siempre
pienso que si quieren deshacerse de ellos lo tienen muy fácil; un cambiazo de
pastillas y listo. Se las van a tragar sin rechistar, absolutamente confiados.
Tomarían cianuro si es su mujer la que se lo da.
Esta semana,
tuvimos un caso verdaderamente sorprendente de este tipo. Vino un paciente a
urgencias al que se le pidieron unos análisis de sangre y de orina. La
enfermera le facilitó un bote de plástico y le indicó que fuese al WC y orinase
en el recipiente para analizarle la orina. Allá fue él con su mujer pisándole
los talones. Tras un largo cuarto de hora, salen los dos y ella traía en la
mano el bote lleno de líquido amarillo. Se dirige a la enfermera y le dice:
-
Aquí está la orina que nos pidió.
-
Muy bien, déjela sobre el mostrador- le indicó.
-
Bueno… el caso es que como mi marido no tenía
ganas de orinar, la muestra es mía. Supongo que les servirá igual, ¿no?
Está claro que
cuando se casaron y oyeron aquello de –serán los dos una sola carne- se lo
tomaron muy al pie de la letra. Estos dos eran una sola carne y una sola orina.
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