Hoy he descubierto un nuevo método para que mis enfermos dejen de fumar, y pienso patentarlo.
Tengo un paciente que sufre una enfermedad pulmonar obstructiva crónica muy avanzada con oxígeno en domicilio. Además, tiene una máquina por la noche para su problema de retención de carbónico. La tiene, pero no la usa. Tampoco deja de fumar como una chimenea, día y noche. Hace poco, fumó con el oxígeno puesto, se produjo una deflagración y se le quemaron los morros.
Todo se lo toma a chirigota. Le da igual que le diga más o menos enfadada que tiene que ponerse la máquina y que hay que dejar de fumar.
Así que hoy, cuando he pasado visita y he auscultado su pulmón cada vez más atascado, he puesto mi mejor y mi más encantadora sonrisa y le he preguntado si tiene al día las cuotas del seguro funerario.
- Por supuesto- contestó muy ufano.
- Estupendo-le dije sin dejar de sonreír cínicamente- porque muy pronto lo va a necesitar.
Salí por la puerta mientras veía su cara de susto. Ahí lo he dejado, meditando. Creo que esta vez sí que se va a tomar en serio mis consejos.