Algunos pacientes son tan habituales del servicio de
urgencias que todo el mundo les conoce y ellos, a su vez, conocen a todo el
personal. Por eso, cuando llegan ya no tienen que explicar nada porque en
teoría todos saben lo que tienen sin necesidad de preguntarles. El problema es
cuando hay algún médico nuevo que no conoce a los “frecuentadores” de ese
servicio (este es el nombre que se les da en la literatura médica). Entonces es
cuando se presentan conversaciones como la siguiente, que es totalmente
verídica:
-
¡Buenas
tardes, señora! ¿Qué le ocurre?
-
Usted
ya sabe, soy la de siempre.
-
Yo
no la conozco.
-
Pues
soy yo, y vengo por lo de siempre.
-
¿La
fatiga?- se aventuró el médico.
-
No,
el “achuchón” de siempre.
-
¿Y
cual es? Deme una pista…
-
El
del corazón, doctor- dijo con impaciencia.
-
Bueno,
pues le haremos lo de siempre.
-
Muy
bien, porque para bien o para mal estamos aquí.
Esta misma señora también dijo que era alérgica a “todo lo de
Bayer”.
-
¿A
la aspirina y derivados?- le preguntaron, pensando que la aspirina es el
producto más conocido de Bayer.
-
A
todo.
-
¿A
los insecticidas también?
-
Por
supuesto. Ya le he dicho que a todo lo de Bayer.