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sábado, 28 de junio de 2014

TODOS TENEMOS NUESTRO "PUNTITO"

      No está mal tener un "puntito de locura" que te ayude a sobrellevar el día a día. Sin embargo, existe gente que realmente vive en un universo paralelo, y que cuenta unas historias increíbles con un aspecto de seriedad y razonabilidad absolutas. Así, la protagonista de hoy me dijo que entre sus antecedentes quirúrgicos tenía una operación que le habían hecho cuando vivía en Alemania. Esa cirugía consistía la colocación de un "chip" en la espalda.
- ¿Es para el dolor?- pregunté ingenuamente.
- No. Es para tener los poderes.
- ¿Qué poderes?
- ¿Cómo le explicaría yo...?
- Inténtelo con palabras sencillas- le animé.
- Pues, por ejemplo el poder de hablar con la gente que sale en la televisión como Mercedes Milá. Cuando presenta Gran Hermano, me hace unas señas que sólo ella y yo conocemos, y yo sé a quien van a expulsar. - Pero, ¿se dirige a usted directamente?
- No, por Dios; es a través de un lenguaje secreto. Fíjese -me aclaró- que esto que le cuento a usted, nunca se lo conté ni al difunto de mi marido, a pesar de llevar más de cincuenta años juntos...
        Por supuesto, en cuanto llegó su hijo le pregunté si a su madre la había visto alguna vez un psiquiatra, porque me contaba unas cosa muy raras.
- No se preocupe- dijo para intentar tranquilizarme- es que mi madre es muy "fantasiosa".
- ¿Cómo de fantasiosa?- le pregunté.
- Bueno, no sé... A veces llego a casa y me dice que justo acaba de irse la princesa Leticia, que había venido a merendar con ella. Ya sabe, cosas normales pero que no interfieren en su vida.

       Realmente vivía en otra dimensión, pero a pesar de tener más de ochenta años era completamente autónoma y se las apañaba ella sola, así que no le iba del todo mal.

       Otro caso que tuvimos esta semana fue el de un paciente que vino a hacerse una broncoscopia y estaba indignado por tener que venir en ayunas.
- ¿Donde se ha visto?- se quejaba a voz en grito-. Tener que venir a hacer una prueba en ayunas. Jamás me había pasado semejante cosa. Hacerme esto a mi, que he estado embarcado con Cristobal Colón y con Núñez de Balboa. No saben ustedes con quien están hablando...

      Efectivamente, ¡a veces no sabemos con quien estamos hablando!
   

domingo, 22 de junio de 2014

UN HOMBRE MUY FEO

                Según parece, los niños y los borrachos dicen siempre la verdad. En mi experiencia, es posible que esto también ocurra con los ancianos ingresados cuando se desorientan: que cuentan alguna verdad incómoda. Esta semana, a una de mis pacientes nonagenarias que llevaba varios días en el hospital, le cambiaron la compañera de habitación. Una tarde, llegó una señora con el pelo muy corto -a lo garçon-, completamente blanco, las orejas sin pendientes, la voz grave y el gesto serio. En cuanto entró y dio las buenas tardes, mi paciente empezó a quejarse en voz alta de que le habían metido un hombre en la habitación,  que ¡vaya hospital!, que mezclaban hombres y mujeres, que aquello era un escándalo. Las enfermeras y el médico de guardia trataron de hacerla entrar en razón, sin ningún éxito. Aquella tarde y aquella noche, no hubo manera de convencerla. Al día siguiente, ya con la luz del día, se dio cuenta de su error y cuando vio la cara de enfado de su compañera, le pidió perdón. Le dijo que se había confundido y que la disculpase. Ni la mujer tipo garçon, ni su familia aceptaron las disculpas, ni le perdonaron, me abroncaron a mi como su médico y solicitaron cambio de habitación. Yo intenté defender a mi paciente con argumentos sencillos: era muy mayor, llevaba unos días desorientada, no había que tenérselo en cuenta... No hubo manera. Esa señora había dicho que su madre era un hombre y eso no se podía tolerar. La verdad es que todo me parecía un poco exagerado  y yo sentía pena por mi paciente, a la que las neuronas le habían jugado una mala pasada.
Sin embargo, en cuanto salieron por la puerta, la cara de arrepentimiento se cambió a cara de pilla y me dijo:
 
- Es mejor que se vayan porque, además, era un hombre muy feo.
 
Sin que sirva de precedente, me vi obligada a darle la razón. ¡Si señor! ¡Muy feo!